La mayor preocupación de cualquier inversor responsable es la de reducir riesgos protegiendo su capital todo lo que esté a su alcance. En un mundo tan globalizado como en el que vivimos, gracias a la diversificación – ampliando el espacio de inversión y sumando varios negocios- los inversores logran reducir el riesgo al que siempre expondrán su patrimonio si deciden invertirlo creando una riqueza de la que todos nos beneficiaríamos.
La diversificación empresarial responde a una estrategia por la cual una sociedad pasa a ofrecer nuevos productos o entra en uno nuevo por la vía de las adquisiciones corporativas. Los riesgos pueden controlarse de forma mucho más eficaz si el importe global que se pretende invertir se distribuye entre productos con diferentes expectativas de rentabilidad y riesgo. Una cartera bien diversificada puede sumar activos con más riesgo, como son las acciones, a otros con menos, como la deuda pública.
Centenares de empresas ofertan los mismos productos y servicios, la diversificación abrirá las puertas a nuevos mercados y permitirá ofrecer otros bienes en los que estén saturados. La diversificación también nos facilita la generación de sinergias, desarrollando nuevas actividades o la relación con otros entes, lo que facilitará un funcionamiento más eficiente del conjunto y un mayor control sobre el negocio.
Siendo el más importante, el beneficio económico no es el único objetivo por el que una empresa puede decidir comenzar un plan de diversificación, también puede querer mejorar su reputación, lo que sin duda estará en mejor disposición de alcanzar con una mayor presencia en el mercado.
Según Harry Markowitz, premio nobel de Economía en 1990, “la diversificación permite a los inversores beneficiarse de la apreciación a largo plazo de todos los mercados. mientras reduces el impacto de la volatilidad a corto plazo de cada uno de los mercados por separado, aislándote de las peores subidas y bajadas debidas a movimientos especulativos”.
Del equipo de comunicación
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